La cinta de un casete permitió
conocer al sicario en una trama de negocios turbios y malversación de fondos
que incluían, entre otras cosas, a la Cooperativa Eléctrica y la administración
del Boulevard Atlantic Hotel, donde supuestamente también funcionaba una red de
tráfico de drogas y prostitución.
MIRAMAR - El 28
de julio de 1996 quedó marcado en la memoria de todos los habitantes de la
pequeña Mar del Sud por el asesinato de Héctor Rubí González (54).
A dos décadas de aquel brutal
crimen, LA CAPITAL recopiló testimonios exclusivos para conocer bien en
profundidad la historia de un hombre que mientras trataba de descubrir, en su
función de presidente de la Cooperativa Eléctrica (cargo que ocupaba hacía 2
años), ciertos episodios de corrupción y malversación de fondos, fue ejecutado
de tres balazos en la nuca por un sicario y luego de 15 días de agonía
finalmente murió en el Hospital Privado de la Comunidad de Mar del Plata.
Fuentes consultadas por este
medio, aseguran que González también había visto subir y bajar droga de
boulevard Atlantic Hotel, donde supuestamente funcionaba una red de
prostitución, aunque esto nunca pudo comprobarse oficialmente ante la Justicia.
El homicidio del comerciante
marsureño fue esclarecido y el autor material atrapado aunque los supuestos
ideólogos terminaron libres por falta de pruebas en su contra.
Un grabador de audio que
llamativamente colocó la víctima debajo del asiento de su vehículo antes de
emprender un viaje a Miramar por la ruta 11 junto a quien sería finalmente su
asesino, terminaría siendo clave en el desenlace del caso. La idea de González
era que Luis Alberto “El Uruguayo” Esteban Dutra (31) le contara durante el trayecto
sobre los negocios turbios y la falta de varios miles de pesos de las cajas de
la Cooperativa Eléctrica, donde estaban involucrados comerciantes locales,
especialmente el encargado del Boulevard Atlantic y el propietario de la única
estación de servicio existente allí.
Quizá consciente del peligro,
su viejo amigo y tesorero de la institución, Oscar Escudero le advirtió que
todo podía ser una trampa. El empresario, sin medir los riesgos, siguió con su
firme objetivo de “destapar la olla” de una vez por todas. “Es la única manera
de saber lo que está pasando acá”, dijo.
Finalmente, Escudero debió
ceder y le prestó el minigrabador.
Viaje y muerte
Durante el periplo de 17
kilómetros se definiría el destino de este vecino marsureño en cercanías del acceso
a la estancia “El Caracol”, donde todavía hoy existe una cruz en su recuerdo.
En la cinta que fue recuperada
por la policía en el Peugeot 504 de la víctima, el cual apareció abandonado en
la calle 32 entre 25 y 27 de Miramar, quedaría registrado todo.
Aquel domingo, el presunto
asesino había acordado contarle “la verdad sobre un incendio intencional en la
cooperativa” el 8 de julio de ese año.
Cuando Rubí González asumió la
presidencia, se encontró que faltaba una importante suma de dinero y denunció
el hecho ante los Tribunales de Mar del Plata. Eso correspondía a una deuda que
mantenía Julio César Solá (52), entonces regente del Boulevard Atlantic de Mar
del Sud y quien también había integrado la cooperativa eléctrica local
anteriormente.
Ante tal situación González
decidió cortarle la luz al hotelero y según los registros de la investigación,
eso, junto a la denuncia judicial, motivaron varias amenazas de muerte.
En el casete se pudo oír la voz
del “Uruguayo” asegurándole a Rubí González que “quien está detrás de todo esto
es Julio César Solá, él me pidió quemar las oficinas de la cooperativa el 8 de
julio junto con otro de los directivos para destruir los archivos. Pero después
no me pagaron, por eso te cuento todo esto”.
De acuerdo a lo relatado luego
por la policía, guiándose por la cinta, Esteban Dutra le dijo a Rubí González
que quería que él lo llevara hasta la comisaría de Miramar para confesar todo,
pero algo cambió y el destino final fueron las cercanías del vivero dunícola.
“Ahora vas a ser boleta, bajá
del auto que te mato”, dijo. Luego se escucharon los balazos, esa fue la prueba
contundente para capturar y condenar al asesino tiempo después.
Al margen de esto, hubo una
cadena complicidades descubierta por la policía que en principio decidió
detener a Solá y al dueño de la única estación de servicio de apellido Fisher
como presuntos instigadores, aunque en ese momento las pruebas de audio no
contaban como elementos probatorios y ambos recuperaron la libertad.
De todas maneras, la condena
social de los habitantes de Mar del Sud los obligó a abandonar la villa
balnearia tiempo después.
“Fisher murió y su familia
tiene una remisera en Miramar, Solá vive en Mar del Plata”, mencionaron vecinos
consultados por LA CAPITAL.
Tres balazos en la nuca
Conscientes de que algo malo le
había sucedido a Rubí González, de acuerdo a la noticia del auto abandonado con
muestras de sangre en Miramar, su hijo y un sobrino que venían de una travesía
en Necochea, decidieron salir a buscarlo en dos jeep alrededor de las 22, de
ese 28 de julio de 1996.
Costearon toda la zona de la
ruta 11 entre Mar del Sud y Miramar, hasta que lo encontraron cerca del acceso
a una estancia entre los pastizales agonizando y con tres balazos en el lado
derecho de la nuca.
Lograron cargarlo rápidamente y
llevarlo hasta el nosocomio municipal aunque luego fue derivado al HPC de Mar
del Plata. Allí permaneció un par de semanas en terapia intensiva, donde pese a
su estado crítico había presentado una leve mejoría, aunque un virus
hospitalario hizo mella en su debilitado organismo y falleció.
Atrapado y condenado
Luis Alberto “El Uruguayo”
Esteban Dutra, fue hallado culpable y a pesar que se fugó lograron detenerlo en
Buenos Aires.
Lo condenaron a 15 años de
prisión pero cuando había cumplido las tres cuartas partes de la pena (entre
los penales de Batán y Sierra Chica) fue extraditado a Uruguay, ya que también
había escapado de la Justicia del vecino país por hechos graves. En una unidad
penal fue asesinado por lo que terminó pagando.
“Sé que soy un peligro”
“No soy primario, tengo mi
historia en esto y una carrera delictiva de más de 20 años” decía Luis Alberto
Dutra durante el juicio celebrado en el año 1998.
La personalidad histriónica de
Dutra lo llevó a hacer algunas declaraciones jactanciosas en aquel momento:
“Tengo muchos hechos delictivos más, principalmente en el Uruguay”.
Sobre su personalidad precisó
que “yo sé que soy un peligro. Cuando en Uruguay iba a robar me zafaba y
empezaba a los tiros”.
También dijo que el día del
homicidio estaba “medio sacadito porque venía consumiendo droga desde el día
anterior. Pensé en robarle (a González) y dejarlo en la ruta para tener tiempo
de escaparme. Pero después cuando todo sucedió no pude controlar la situación.
La droga me hacía tener alucinaciones persecutorias. Lo que hice fue actuar de
forma imprudente”.
(LA CAPITAL)