Ese día alrededor de las 22, cuando personal de
guardia se disponía a cerrar las instalaciones de la avenida Montevideo entre
32 y 33, vieron, no sin sorprenderse y alarmarse, cómo una racha
particularmente fuerte embolsaba de aire y levantaba, el techo del sector
destinado al personal y el del playón de
estacionamiento de la autobomba.

Desde aquel momento
y hasta hoy, la situación del destacamento reviste carácter de urgente, ya que
en los lugares donde se perdió el techo por la tormenta, no solo se almacenan
los camiones, sino que también se encuentran afectados parte de la sala donde
el personal se reúne para realizar las capacitaciones, el estacionamiento y un
sector donde se almacena equipo de rescate y protección de cuantioso valor, que
fue adquirido con la colaboración de los vecinos.
A diez días de
la tragedia, muy poco ha podido ser solucionado, mientras los voluntarios
siguen esperando, algunos bomberos comienzan a molestarse ante la pasiva
actitud que denominan desidia.