CUANDO SE ESCUCHA EL SONIDO DE LA FINITUD DE LA VIDA, EL SILENCIO NOS CONGELA LA SANGRE

Los resientes graduados subían a un escenario junto a sus seres queridos, allí recibían un diploma y una medalla alusiva a su paso por la comunidad y el logro alcanzado, posteriormente tanto el graduado como uno de sus familiares dirigían unas palabras a los presentes, agradecimientos, a los directivos, a los profesionales, a los otros padres, a sus propios seres queridos, todo rodeado de este clima de festejo y alegría; pero de pronto algo cambio.
Cuando le tocó el turno a Nicolás (un nuevo graduado) subió al tan ansiado escenario junto a su familia, luego de lo protocolar que ya mencione, entre la alegría y la euforia de todos, su madre Patricia comenzó a expresar su agradecimiento, pero a diferencia de otras muy válidas expresiones de otros familiares, Patricia, muy emocionada, expreso un sentimiento duro que la atravesó el día anterior. Mientras esta mamá contaba su vivencia, el salón, donde nos encontrábamos alrededor de 500 personas, se inundó de silencio, se cruzaron recuerdos, miedos, lágrimas y también alivios. Patricia había mencionado la palabra que nadie que posea algún ser querido inmerso en la adicción desea escuchar: MUERTE.
Contó Patricia, que el día anterior, mientras su hijo, organizaba con otros amigos de la comunidad, una cena para festejar este hermoso logro, mientras todo en la casa de Nico era alegría, su mamá recibe la noticia que muy cerca de allí, en la esquina donde su hijo se juntaba a consumir, donde pasaba las horas sin proyectos, con una vida oscura, en ese mismo lugar la Señora Muerte vino a buscar a uno de esos jóvenes que fuera compañero de consumo, un joven de 20 años, que por algún motivo sin importar cual, no tuvo la oportunidad de salir del flagelo. Una bala oficio de intermediario entre la vida y la muerte, y la droga fue la ruta de llegada rápida al final. Patricia tuvo la doble sensación, por un lado de tranquilidad porque su hijo, finalizando un tratamiento tiene proyectos, sabe porque vivir, posee nuevas herramientas; pero por otro lado, la invadió la tristeza, se sentía responsable como parte de la sociedad, su hijo podría haber estado en el lugar de ese joven de 20 años, ella podría haber estado en el lugar de la madre de ese joven a quien encontró la muerte.
Finalmente y en medio de ese silencio propio de la reflexión profunda y responsable, Patricia se despidió con una frase que sintetiza el sentimiento de quienes estamos comprometidos en esta lucha: “TARDE O TEMPRANO, DE UNA MANERA U OTRA, LA DROGA MATA”.
ORLANDO BARREIRO
Asistente Social