El OBSERVADOR: UN FENOMENO QUE PREOCUPA EN LA PLATA, BERISSO Y ENSENADA, LOS ASENTAMIENTOS

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domingo, noviembre 08, 2015

UN FENOMENO QUE PREOCUPA EN LA PLATA, BERISSO Y ENSENADA, LOS ASENTAMIENTOS




En la Región hay 162 asentamientos en los que viven casi 30 mil familias

El dato surge del relevamiento de una ONG. Falta de servicios y riesgo ecológico



El recrudecimiento de los intentos de usurpación y toma de tierras que se extienden desde la semana pasada en Los Hornos y Arturo Seguí volvieron a poner en el centro de la escena el avance explosivo de los barrios informales sobre los escasos descampados que quedan en la periferia platense. Los hechos recientes, con su carga de necesidades y conflictos, además de meter miedo en los barrios, reprodujeron un fenómeno de incidencia nacional al que nuestra ciudad no sólo no es ajena sino particularmente afín: en lo que va del siglo, sus asentamientos se multiplicaron y crecieron de manera significativa.

Cuatro de cada diez de estos asentamientos informales se formaron hace menos de veinte años

Así lo revela cualquier recorrida por el Gran La Plata “profundo” y el minucioso trabajo de seguimiento permanente encarado por la Fundación Techo desde hace varios años. En su informe más reciente, la ONG identificó y caracterizó, entre Buenos Aires, Córdoba, Gran Rosario, Salta, Misiones, el Alto Valle del Río Negro y la capital federal, 1.834 asentamientos informales que albergan unas 533 mil familias. Uno de cada docena está en suelo local: son en total 136 villas, que se suman a las 17 de Berisso y las 9 de Ensenada para totalizar 162, con 29 mil familias viviendo en condiciones precarias, con acceso irregular, esporádico o carencia lisa y llana de servicios esenciales como el agua potable, las cloacas o la conexión con la red eléctrica.

Más de la mitad -concretamente, el 57 por ciento- de los asentamientos se halla en la provincia de Buenos Aires, que nuclea el 40 por ciento de la población del país; cuatro de cada diez de estos caseríos se formaron hace menos de veinte años, y el 24 por ciento del total, hace menos de diez.

FUERTE ATOMIZACION

Si bien La Plata es el distrito bonaerense con mayor cantidad de asentamientos, y el segundo en cantidad de habitantes, existe una particularidad vinculada con los resquicios que aún conserva su mancha urbana: no es el distrito con más familias habitando estos barrios, ya que existe una fuerte atomización que hace que al menos la mitad sean “chicos”, con no más de cien familias. En las 57 villas de Quilmes, por ejemplo, se hacinan unas 35 mil familias

“Que la envergadura de muchas villas no sea tan grande es en alguna medida alentador para las posibilidades de incorporarlas a la ciudad mediante la construcción de viviendas y la provisión de servicios”, apunta Paula Romero, directora general de la sede local de Techo, cuyos 1.700 voluntarios tienen presencia en nueve provincias y a lo largo de los últimos diez años contribuyeron a erigir más de seis mil viviendas de emergencia en unos 160 asentamientos.

A la hora de encarar el estudio, la ONG definió “asentamiento informal” como “un conjunto de un mínimo de ocho familias agrupadas o contiguas, en el que más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad, ni acceso regular al menos a dos de estos tres servicios básicos: red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario y red cloacal”.

En Techo advierten que “la realidad de estas zonas es muy dinámica”, pero admiten que la tendencia muestra la aparición de nuevos enclaves o la expansión de los existentes. En este sentido, Romero adelanta que ya se iniciaron las recorridas y los contactos con referentes comunitarios para generar un nuevo informe, que se difundirá en 2016. El primero de estos trabajos, difundido en 2009, había contabilizado en el Gran La Plata 127 asentamientos (ver Los barrios, uno por uno).

VIVIR SIN SERVICIOS

De acuerdo con el estudio, La Plata presenta algunos rasgos llamativos: es donde se torna más notoria la cantidad de barrios precarios con conexión irregular a la energía eléctrica -un 83 por ciento-, y lo mismo ocurre con la red de agua, cuyos enganchados -el 70%- superan la media provincial de 50 por ciento.

Arnaldo Noguera, quien hace dos años se instaló con su familia en Las Palmeras, un barrio que se extiende desde la calle 143 y 72 hasta 149 y 66, lo cuenta en primera persona: “Tenemos electricidad pero la tensión es muy baja y a veces no alcanza para encender la televisión o prender la estufa. Además se corta muy seguido. Agua tenemos pero muy poca y si usa el vecino yo ya no tengo. Gas a garrafa y se gastan como mínimo 100 pesos a la semana”.

Las limitaciones se reflejan también en otras prestaciones esenciales. Ocurre que en la gran mayoría de los barrios se detectan serios factores de riesgo: deficiencias en el sistema de transporte, zonas inundables, hospitales alejados de sus áreas y problemas ambientales. Este último factor recrudece por la irregularidad o directamente carencia de servicios de recolección de basura, lo que hace que miles de personas duerman a diario en focos infecciosos.

En la última edición de la Agenda Ambiental de la Región profesionales de distintas áreas subrayaron que los acelerados procesos de ocupación se traducen en la urbanización de “terrenos en malas condiciones, que exponen a la población a problemas urbanos y ambientales, y que contribuyen a acentuar los efectos provocados por los cambios climáticos”, enfatizaron.

“Como no hay recolección la basura tenemos que quemarla. Lo hacemos de noche para que el humo no moleste”

El funcionamiento irregular de los servicios de recolección hace que se formen “micro basurales” en zonas urbanizadas. Arnaldo Noguera cuenta que en su barrio, para llevar la bolsa de residuos hasta un punto en el que pasa el camión recolector, tiene que caminar cuatro cuadras.

Y Susana Ruibo, que vive con su familia en el mismo asentamiento informal va más allá y asegura que directamente no les queda otra que quemar los residuos. “Preferimos eso a tirarla en la avenida 72 donde los perros rompen todo. En general los quemamos de noche para que no moleste el humo, y habitualmente cada uno lo hace en el frente de su casa”.

Pero el problema de la contaminación va mucho más allá de una clase social. La basura y las enfermedades derivadas de ella, en definitiva, no conocen de discriminación. Y ataca tanto al que tiene poco como al que no tiene nada.

Marcelo Martínez, titular de la organización no gubernamental Nuevo Ambiente, consideró al respecto que “los basurales a cielo abierto tienen una incidencia de un kilómetro a la redonda, con la posibilidad de contraer, atento a las condiciones de vida, el escaso acceso al agua potable o estar ubicados en zonas inundables, una serie de patologías que son aproximadamente veinte”. Entre ellas, titular de Nuevo Ambiente enumeró “leptopirosis, alergias, problemas en la piel, diarreas, fiebre hemorrágica, tétanos”.

En su opinión, el explosivo número de asentamientos informales tiene que ver con “una falta de planificación urbano-ambiental” y lo mismo se afirma en la Agenda Ambiental, donde subrayan que se ha “conformado un espacio urbano con discontinuidades, cuyas consecuencias son, entre otros problemas, las deficiencias de accesibilidad en algunos sectores, y las dificultades de dotar de infraestructura y equipamiento que satisfagan las necesidades de la población”.

El 24 por ciento de los caseríos informales proliferó en los últimos diez años. El de Las Palmeras es un caso típico. “Yo conozco el barrio de toda la vida”, dice Susana Rubio, quien no tiene que remontarse más de una década en su memoria para llegar al momento en que nació el barrio. “Empezó a surgir en 2008; en 2009 llegamos nosotros. Arrancó con dos familias que vinieron de Formosa, y de a poquito se fue poblando. Hoy hay entre 700 y 800 familias”, contabiliza.

FACTOR USURPACIONES

Si bien en no todos los casos, no hay que soslayar el hecho de que muchos de estos asentamientos irregulares se formaron a partir de focos de ocupación ilegal de tierras, lo que genera temor en muchos barrios. Se trata de un fenómeno que, como denuncian por estas horas vecinos de los lotes usurpados en Los Hornos (ver aparte), en numerosas ocasiones esconde el accionar de organizaciones mafiosas que sacan rédito económico de las necesidades habitacionales de los más desfavorecidos. Y suelen actuar con la misma lógica: los usurpadores llegan los fines de semana, alambran los terrenos y se organizan en grupos. Levantan sus casillas por la noche, en cuestión de horas, y se cuelgan de la electricidad. Luego reparten y venden las tierras que ocuparon de forma ilegal.

En ese marco, el intendente electo Julio Garro apuntó que su gestión buscará frenar las intrusiones de tierras y ubicar al Municipio como “una suerte de gestor” entre los propietarios y la gente que ocupa las tierras, con planes de pago a largo plazo y convenios regulados.
FUENTE: DIARIO EL DIA

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